Que un niño utilice toda su capacidad creativa para borrarse del mundo familiar, escolar o social es una fuerte señal de alerta que ningún adulto puede ignorar. En el video se ve como ese invento le permite esconderse, no ser visto, pero no siempre el resultado es tan exitoso, ni es tan claro el objetivo. A veces el trabajo que realizan para pasar inadvertidos es imperceptible, pero no implica que no esté. Siempre puede observarse detrás de unos ojos que sistemáticamente rehúyen las miradas, en actitudes de ostracismo reiteradas, en temores infundados, en una marcada tendencia a la tristeza, a la falta de motivación. Porque los niños no lo ocultan… no pueden hacerlo, son transparentes y aunque crean merecer lo que les pasa, su sufrimiento no puede dejar de expresarse en un eterno silencio signado por el terror.
¿Cómo no escuchar ese silencio? Todos sabemos que los niños no hacen silencio, ellos desbordan energía y alegría por doquier, son aventureros, no se dan por vencidos fácilmente, buscan nuestros límites, son egoístas, caprichosos y a la vez inocentes.
Pero esa naturalidad innata desaparece cuando es mancillada por la mente enfermiza de un adulto perverso que descarga en esos cuerpos, corazones y mentes frágiles su patología no curada, ni siquiera admitida.
¿Por qué siempre con quien no puede defenderse, con quien nunca podría llegar a lastimarlos?. Justamente por eso, porque no se corren riesgos, porque allí se domina, se somete a un ser indefenso, que no puede, aunque quiera, revertir la situación si no es ayudado por un otro.
El límite no necesita de gritos y golpes para ser establecido; cuando estos se presentan, parten de la garganta y la mano de un sujeto desequilibrado, que ha perdido todo dominio sobre sus emociones y no conciencia la terrible destrucción que generan sus actos.
El amor jamás necesitó para existir de la transformación o la anulación de un otro, mucho menos de un niño cuyo proceso de construcción y columnas de fortaleza o debilidad se basan en las palabras y acciones de los adultos que lo rodean.
El abuso de poder se presenta en todos los ordenes de la vida, hartos estamos de padecerlo a nivel laboral, pero nada es comparable cuando afecta la integridad física y psicológica de un niño. Largo y trabajoso es el camino de recuperación.
Todo los hombres tenemos la capacidad de despertar la humanidad que reside en el corazón, desarrollando así la empatía, base de toda unión social real. Las diferentes circunstancias de la vida pueden alejarnos de este camino y seguramente a muchos haremos sufrir por ello. Nadie está excento de perderse pero tampoco impedido de volver. Cuando en una sociedad los niños no son cuidados, amados y educados por los adultos que están a su lado, esa sociedad esta destinada irremediablemente a perecer.
Tomemos conciencia de las responsabilidades que nos competen, la primera son los niños del planeta; hoy principales víctimas de nuestras equivocaciones y desidia.
Cuidemos nuestro corazón y mente para que todo lo que surja de ellos beneficie a los seres más indefensos. No dejemos que nada ni nadie contamine con falsas normalidades nuestros pensamientos.
Si trabajamos día a día por los niños, de alguna manera, estaremos permitiendo que se expresen nuestros aspectos más puros. Y eso a nosotros, a nuestro país y al mundo nos está haciendo mucha falta.
Nada mas puro que la mirada de un niño que esta esperando la respuesta de un adulto a sus acciones, y se encuentra con otra persona que no le va a contestar con un latigazo fisico o una palabra destructiva. Los que podemos equivocarnos pero vemos el error y queremos cambiar y lo hacemos podemos mostrarles a esos niños que no siempre van a encontrar una respuesta brutal y que desde el amor todo se construye. Como siempre impresionante lo que escribiste!!
Te agradezco mucho el comentario. Poder ser consciente de nuestros errores es de un alto valor en la vida de los niños, ellos no necesitan que seamos perfectos, sino que los amemos.