Nuevamente abrí mi maravilloso libro y les transcribo la página que salió….
«Hay muchos individuos para quienes la cualidad «Carencia de deseos» es verdaderamente difícil, porque sienten que sus deseos son ellos mismos, y que si desechan sus deseos peculiares, sus gustos y disgustos, dejará de existir su yo…
…hay algunos que cesan de perseguir los bienes terrenales, con el fin de ganar el cielo o alcanzar la liberación personal del renacimiento; no debeís caer en este error. Si habéis olvidado al yo, no podéis pensar en la hora en que este yo sea libre o qué clase de cielo tendrá. Recordad que todo deseo egoísta ata…
Cuando desaparezcan todos los deseos que se refieren al yo, todavía puede existir el deseo de ver los resultados de vuestra obra. Si ayudáis a alguien queréis ver en cuánto lo habéis ayudado o que lo agradezca. Esto también es deseo y además falta de confianza…
Debéis obrar rectamente por amor a lo recto, no con esperanza de recompensa; debéis entregaros al servicio del mundo porque lo amáis y no podéis dejar de entregaros a él»
Como lo he escrito en otras oportunidades los deseos no son algo malo, sino que al estar vinculados con el mundo manifiesto son difíciles de satisfacer y generalmente nos hacen sus prisioneros. Pero también son el paso previo a generar propósitos o anhelos, más vinculados con nuestra esencialidad, con aquello que venimos a realizar en beneficio de la unidad.
Para que así sea debemos estar siempre atentos a que nuestro «yo» viva plenamente en el «nosotros«. Entender que muchos deseos no se nos dan porque no nos ayudarían a crecer o mejorar y que estaría bueno reemplazarlos por nuevos propósitos que esperan de nuestra energía para ponerse en acción.