Un llamado a la paz


PapaEn estas Pascuas el Papa Francisco hizo un llamado a la paz del mundo.  En tiempos tan convulsionados sus palabras han sido un faro de Luz para quienes elegimos oírlo.

Pidió por Venezuela: «para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia».

Por Siria: «que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo. Te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos»

También  instó a «derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices». «Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono»

Cada uno de sus pedidos quedó resonando en las mentes y corazones de quienes lo escucharon.  Personalmente me llevaron a tomar conciencia que esos flagelos son producidos por los hombres, viPobreza- plata cuán responsables somos en la destrucción de nuestro propio hogar. Pues un cataclismo, un desastre provocado por la naturaleza no llegan a ser tan nocivos como la desidia, la indiferencia y la falta de humanidad con la que los seres nos comportamos. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Cuántos más tienen que morir para que nos hagamos cargo?

Francisco nos habla del flagelo del hambre, la explotación, el abandono, los conflictos por intereses creados;  si reflexionamos un poco nos daremos cuenta que  todo se podría acabar, como dice el Buda, cesando la causa que los provoca: la codicia, avaricia, los deseos de poder, el egoísmo.

Tengo claro que nosotros no tomamos las decisiones mundiales ni llevamos a los pueblos a la guerra, a la desnutrición pero podemos aportar nuestra cuota de oración o nuestro granito de arena de acción para que al menos, los que nos rodean, no tengan que soportar semejantes aberraciones.

Hay que tener «audacia para negociar la paz», dice el Papa.  Qué maravilloso poder ir en contra de lo esperable, no ser uno más del montón que se conforma con lo que hay y jugarse por aquello en lo que se cree.

Él habla de «reconciliación» y yo me pregunto: ¿a quién aún no he podido perdonar? ¿Por qué sigo permitiendo que mi alma se enlute con ese enojo, con ese rencor?

De «concordia«, término muy utilizado por Confucio (aquí encontrarán un maravilloso artículo escrito por mi instructor)

 De «Ayuda humanitaria.  Puede que por alguna razón (física, emocional o mental) no puedas llevarla a cabo, entonces deja que otros la realicen sin juzgarlos, sin opinar, mantente atento y dispuesto a acompañarlos con tus buenas intenciones. sonrisa-papa-francisco_tinima20130424_0283_3

«Esperanza«: aún en el camino más desolador no pierdas esa cuota de amor y alegría que contagie al otro.

«Consuelo»  especialmente las mujeres no nos debemos olvidar que somos potencialmente Madres de aquel que nos necesite porque recibimos el don de dar vida y cobijar.  Jamás permitamos que las sombras se apoderen de nosotras impidiéndonos cumplir con esa tarea.  No sólo con los nuestros sino con quienes la vida ponga frente a nosotros.

Mientras que la función de los hombres debe ser «proteger a los indefensos», lo dijo muy claro el Papa, los niños, ancianos y mujeres necesitamos ser cuidamos por hombres probos, dignos de su género que den su vida, si es necesario, para que nada malo nos suceda.

Y por último el Mensaje del Amor. «Vengan a ver. El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto«.  Creo que ahí está la clave.  Cuando el AMOR reina en nuestros corazones no hay barreras que puedan detenernos, nos hay imposibles, nos volvemos invencibles y nos transformamos en vehículos de la Divinidad (Que es Puro Amor) para ser útiles al Plan de Dios en la Tierra.

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