Esta es la historia de Dylan, un niño de apenas 11 años que podría enseñar lecciones de vida a muchos jóvenes y adultos…
¿Por qué? Porque en la entrevista que verán más adelante él expresa un lenguaje propio de esas almas grandes que habitan en cuerpos pequeños.
Les doy tres características básicas para distinguir a un ser especial que transita en el mundo al igual que otros pero tiene un color, una vibración y un sonido distinto:
- Es muy respetuoso en su forma de pensar y de expresarse.
- Es muy agradecido
- Da un valor fundamental a sus ancestros ( habla de su abuelo como su guía, su «ángel de la guarda»)
Dylan tiene un sueño, trabajar mucho para ser el mejor golfista del mundo. Y cada día se levanta, va a la escuela y al salir su abuelo lo lleva a Palermo para poder practicar.
En un momento de la charla dice: «Dios creó la humanidad y la humanidad es una sola raza, la única diferencia está en el tener o no tener y desgraciadamente yo soy del no tener y eso no me gusta». Qué tristeza debe embargarnos a todos al ver a un niño padeciendo de hambre, diferencias sociales y frenos en su crecimiento y realización.
Presten atención a cómo describe, siendo tan pequeño, la paz que siente al estar en el lugar donde hace este deporte en comparación con la vida mundana que le toca transitar. Y cómo anhela poder darle a su familia un destino mejor al que llevan.
Y no se pierdan el mensaje final que le envía a otros niños.
Esta charla es un regalo para el alma que habita en todos nosotros, porque así como este hermoso ser, cada uno de nosotros debe rescatar los «sueños» perdidos, esos que nos impulsan a cambiar, a mejorar, a crecer en distintos aspectos y nos brindan la posibilidad de sentir alegría al despertar cada día.
http://tn.com.ar/sociedad/en-primera-persona-de-la-villa-31-a-promesa-del-golf_537229
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