«Lo que otros son capaces de hacer al primer intento, él lo hará al cabo de cientos. Lo que otros pueden hacer al décimo intento, él lo hará al cabo de mil. Sin lugar a dudas, el que mantenga esta conducta, aunque sea ignorante, se volverá persona ilustrada, aunque sea débil, se volverá fuerte»
Tcheng – Tsé
Persistir es lo que va transformando nuestra existencia, porque como dice la enseñanza, fortalece. Mientras lo hacemos contenemos nuestra ansiedad, desarrollamos la paciencia; nos caemos, nos levantamos; reímos, lloramos y así vamos lentamente aprendiendo a vivir.
Desistir por un lado es un rasgo de inteligencia cuando todo nos avisa que el sendero elegido es el equivocado pero si eso no es así, expresa quizás la poca confianza que tenemos en nosotros mismos, en nuestras fuerzas o en el valor de nuestros ideales. Y eso es peligroso.
Intentar mantener una dirección con la flexibilidad suficiente para ir modificando los errores nos hace «grandes», nos convierte en «adultos», nos impulsa a hacia las metas trazadas. Triste y apesadumbrada debe resultar la vida para aquel al que no lo motiva nada.
Cada objetivo puede volverse un camino a recorrer, el cual requerirá de esfuerzo, tenacidad, comunión con otros. Cada tramo podrá ofrecernos vivencias inimaginables las cuales serán un buen combustible para ir más allá.
En Anhelo dimos el ejemplo de Dylan, un pequeño gran soñador; hablamos del cambio de vida de un grupo hermoso de jóvenes que idearon Haciendo camino y de la maravillosa elección de Susana.
Cada una de estas historias ha tenido un comienzo dificultoso, muchas fueron invadidas por un dolor personal o social que gracias al cielo no logró impedir que sus protagonistas persistieran una y otra vez en su propósito. Ellos, a pesar de las inclemencias sufridas, no bajaron los brazos. Sus vicisitudes no son ajenas a las nuestras, todos estamos en la búsqueda de algo mejor – superior.
Cuando practiquen el arte de la persistencia no olviden que la alegría debe acompañarlos sin estar supeditada a que logren o no lo esperado, debe tener existencia sólo por el hecho de intentarlo. Un espíritu alegre es aquel que intentará una y mil veces alcanzar su cometido pues sabe que de eso se trata verdaderamente vivir.