Los tiempos previos a las Pascuas Cristianas y posteriores a ellas son muy propicios, seamos o no de esa religión, para ensimismarnos y tener un tiempo de reflexión.
La muerte de Jesús, en su aspecto simbólico, marca no un final sino el inicio de una vida plena. A los hombres entre otras cosas nos enseña que todos tenemos la posibilidad de crucificar nuestras debilidades, vicios, bajezas en pos de una vida mejor u que la «vida eterna» es sinónimo de mantener viva nuestra alma en todo su esplendor.
Confucio, Lao Tsé, la Madre Teresa de Calcuta, entre otros, han sido Seres que dedicaron su vida a enseñar distintos caminos para llegar al mismo lugar: al reencuentro con nosotros mismos, con nuestro ser interno.
Elegí tres máximas para reflexionar:
Hoy los hombres hacemos todo para alejarnos de esos senderos. Preferimos ir de compras antes que a estar en contacto con la naturaleza y cuando lo estamos ponemos la música tan alta que el silencio y la paz interior lejos están de lograrse.
Caminar sin pensar en lo que pasó o en lo que espero o no que pase es una buena práctica para estos días, sólo observando lo que se presenta ante nuestros ojos.
Decir una oración o un mantran concentrados es también saludable porque nos focaliza.
Así como tomar uno de estos pensamientos y dejar que la mente buscando su significado se adentre en la profundidad de nuestro ser.
«Necesitamos silencio para poder tocar las almas»
El bullicio y la prisa cotidiana son parte de la vida. Las obligaciones y los contratiempos también lo son. Pero no olvidemos dedicar unos minutos del largo día a estar con nosotros, no con nuestros problemas, no con nuestras necesidades, deseos o deberes, sólo escuchando el sonido del silencio que, una vez acallados todos los ruidos externos, nos traerá una dulce calma y bienestar.