«Usar el tiempo sabiamente» es una tarea difícil si primero no comprendemos el valor que este posee y si no concienciamos el buen uso que podemos darle.
Comúnmente lo desperdiciamos porque corremos con nuestra mente ansiosa hacia deseos futuros o… nos «detenemos» horas añorando lo pasado. También se desvanece cada vez que dudamos de nuestras fuerzas, de nuestros avances, de la misma manera que cuando nos subimos a un falso ego creyendo que avanzamos mucho pero en verdad no nos hemos movido de la baldosa que pisamos.
Usarlo «sabiamente» implica no perder momentos de hacer el bien por estar despistados, enojados, deseosos, encaprichados o angustiados, no dejando que nuestras emociones alteren, acelerando o retrasando, el valor que cada instante posee.
Nelson Mandela expresa:
«Darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien«
Esa es la clave para usar con sabiduría el tiempo que nos toque vivir. No esperar a estar mejor, a que las cosas cambien, a que algo se nos dé pues el momento de hacer el bien, lo correcto, lo justo siempre es «ahora». Si tengo que marcarle una conducta a mi hijo es «ahora», si tengo que decir no ante un soborno, un apriete, un posible accionar incorrecto es «ahora», si tengo que renunciar a mi tiempo porque alguien me pide que lo acompañe o guíe es «ahora».
Lo podamos vislumbrar o no, todos jugamos un papel importantísimo en la trama personal, familiar, social y mundial y con nuestras decisiones no sólo definimos nuestro destino sino también el de muchos otros. Cada paso que damos, cada acción que realizamos posee un sentido trascendente y el tiempo es un aliado muy preciado.
Para muchos seres ir contra reloj es una forma de vida, no saben que se pierden la posibilidad de observar y quizás modificar circunstancias propias o de otros que cambiarían su derrotero. Así de trascendente.
Como decía una vieja canción podemos «permanecer y trascurrir» o elegir «honrar la vida«, si optamos por este último sendero cada minuto se convierte en una nueva oportunidad de hacer las cosas como corresponde para que muchos se beneficien.
Nada es más grandioso que accionar para que en este mundo los seres puedan vivir rodeados de bondad, justicia y paz. Por supuesto que no podemos dar lo que no poseemos. Busquemos primero darle un valor al tiempo haciendo realidad estas virtudes en nuestra vida para luego entregar, en un accionar sincero, esos mismos ideales a la vida de otros.