Varias veces en esta semana tuve que referirme a la influencia que las personas ejercemos unas sobre otras, por eso pensé que podía escribir sobre ello.
Recuerdo un viejo refrán: «Dime con quién andas y te diré quién eres»
Aclaro que: cuando hablo de malas compañías no me estoy refiriendo a discriminar a los seres que nos rodean, sino a discernir, en términos de «calidad» cuáles son las palabras, pensamientos, emociones y acciones que frecuentamos.
La calidad tiene que ver con el tipo de energía que emitimos y recepcionamos. No es lo mismo la del amor que la de la envidia; la de la compasión que la del egoísmo. Cada una de estas produce una vibración que nos modifica internamente para luego salir de nosotros en dirección al entorno.
Una de las tareas del autoconocimiento consiste en descubrir a través de la reflexión, cuáles actúan modificando positiva o negativamente nuestra existencia.
Y vuelvo a repetir, cuando menciono «positiva» o «negativamente», no es mi intención hablar en términos de valoración moral sino ratificar que:
Existen emociones (negativas) que nos desgastan, que nos consumen. Por ejemplo: cada vez que dejamos que anide el odio, el enojo, la envidia, los celos, la crítica nos convertimos en «coladores» por donde sale pero también entra esa «calidad» de energía. Estos son estados, que si no estamos atentos, nos devoran restándonos energía para vivir plenamente.
También nos llevan a sentimos desprotegidos o vulnerables cometiendo el error de buscar en el exterior la manera de cuidarnos cuando en realidad la única protección posible consiste en fortalecer nuestra propia mente impidiendo que se deshilache como producto de todas esas devastadoras emociones.
Pero existen emociones (positivas) que nos fortalecen, que generan como un escudo protector que nos colma y a su vez se irradia. El amor es la máxima expresión de esa plenitud junto a la alegría.
Debemos estar atentos para reconocer ¿con quién nos juntamos?
Empezando por considerar cuando estoy sola en el living de casa ¿cuál es el estado que me «acompaña» cotidianamente?, ¿cuáles son los pensamientos que ocupan mi mente? ¿Cuáles las emociones que alteran mi paz?
Luego sí podré tener en cuenta ¿con qué tipo de personas me relaciono? ¿Soy de las que se junta para compartir proyectos, alegrías, penas o de aquellas que siempre están prestas para meterse en la vida del otro agrediendo física, emocional o mentalmente?
Este análisis es fundamental para que podamos reconocer el grado de «salud o enfermedad» en la que vivimos. Lo negativos nos resta y nos lleva enfermar. Lo positivo nos vivifica y permite tener cada vez más para entregar a nuestros semejantes. Cada uno tiene la libertad de elegir con que «calidad» vincularse.
Totalmente de acuerdo con tu post. Las compañías, actitudes, pensamiento…. Influyen en nuestra calidad de vida. Y parece que todavía no lo hemos aprendido. Un saludo
Un brazo para vos y gracias !!
Así es Esther, tenemos que estar todo el tiempo atentos, esa es una gran tarea pero vale la pena.