Es hora de escuchar


En la frase siguiente  hay guardada una profunda enseñanza para pensar y trabajar internamente.
Martin L

Martin Luther King nos enseña que podremos ser veraces en la medida en que escuchemos lo que otros tienen para decirnos.  Que es tan crucial saber cómo pensamos como el conocer qué piensan los demás.  Y que la unión de ambas cosas nos permitirá estar más cerca de la verdad.

Los hombres comúnmente caemos en un lado u otro: vivimos prestándonos toda clase de atención y generando traducciones de lo que otros dicen en función de nuestro mundo emocional o basamos nuestra existencia en palabras, límites o decisiones que elegimos tomen otros por nosotros. 

Crecer implica aprender sobre el arte de escuchar. 

Empezando por nuestro cuerpo, siempre presto a darnos señales de desequilibrio que ignoramos por miedo o para seguir cumpliendo con nuestros deseos desmedidos.  Y terminando por nuestra mente, muchas veces envuelta en un gran parloteo que impide tener la nitidez necesaria para captar, detrás de esos ruidos molestos,  ideas claras y constructivas.

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Podemos hacer el ejercicio de aplicar en la vida cotidiana estas propuestas:

  • Permanecer más tiempo en silencio.
  • Aceptar que cualquier persona en cualquier circunstancia puede aportarnos un palabra que nos lleve a reflexionar.
  • Permitir que nuestros oídos estén abiertos.
  • Dejar entrar esas palabras sin poner resistencia ni darles un formato.

Esta es una tarea titánica porque a todos nos cuesta reconocer errores y desaciertos pero lo importante es intentarlo.  Permitir que ingrese sin ponerle el cartel de verdad absoluta ni de mentira total.  Sacando a lo registrado el mayor provecho posible.

No es posible avanzar en la vida si nuestros oídos están cerrados al cambio.  Y eso sucede cuando no estamos seguros de nosotros, cuando preferimos cuidar lo que tenemos aunque nos traiga dolor antes de  innovar, cuando nos creemos dueños de la verdad volviéndonos incapaces de valorar lo que otros puedan aportarnos.  Esta actitud nos lleva por caminos de intenso sufrimiento y es fuente de malestar para quienes nos rodean.

Pero también podemos decir:

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Un hombre seguro de sí mismo, no es el que se da un valor desmedido, sino quien aprende a reconocer sus virtudes y defectos;   a distinguir su esencialidad de las cosas innecesarias por las que se hace mala sangre;  es quien jamás teme dar entrada a pensamientos y vivencias de otros porque las vive como una posibilidad de afianzamiento personal y de intercambio con otros seres que tienen la libertad de ver las cosas desde otro lugar.

APRENDER A OÍRNOS

APRENDER A OÍR

Para finalmente descubrir la Verdad oculta detrás de las aparentes diferencias, las cuales algún día deberán ser la base de nuestra complementación.

 

 

 

 

 

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