Cuando llueve por dentro


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¿Quién no ha padecido temporadas de lluvias emocionales intensas? Días y días donde el Sol del Espíritu no nos ilumina, ni siquiera asoma y andamos desahuciados perdiendo la poca fuerza que nos queda tratando de sostenernos en pie.

También es cierto que muchas de esas veces no se nos ocurre sacar la mano como la niña del dibujo y descubrir qué pasa más allá del paraguas.

Si lo hiciéramos (ver el gráfico) nos encontramos con que afuera el tiempo es distinto.

Por eso muchos profesionales de la salud recomiendan, cuando tenemos bajones anímicos, salir y despejarnos, dar una vuelta, encontrárnos con alguien o caminar sin rumbo  caminata

Y aunque ellos no lo expliquen así, lo cierto es que cuando estamos mal necesitamos alejarnos de la energía que nos está contaminando y  dar ingreso a otra calidad energética.  Es saludable entonces llevar a nuestros sentidos, inmersos en el conflicto, a ver, oler, sentir, escuchar y probar otras imágenes, aromas, sonidos con el fin de reactivarlos. Utilizando la observación para registrar no sólo lo que nos pasa sino para modificarlo.

Tan simple como eso: «Al mal tiempo buena cara» , como decían en mi casa.  Hoy descubro que mientas no nos sea posible cambiarla porque eso requiere de un proceso de Voluntad, es provechoso salir de la situación movilizando el cuerpo hacia algún espacio menos contaminado.

Las cosas no se resolverán mágicamente, la transformación llevará su tiempo, pero sí se verán distintas, menos ampulosas.  ¿Por qué no nos animamos a poner entre ellas y nosotros un poco de distancia y ver qué pasa?

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