Esta es la imagen de un pedacito de cielo, como son nuestros hijos, sobrinos, ahijados, alumnos y el resto de los niños del mundo. Es nuestro deber cuidarlos no sólo físicamente sino fundamentalmente de cualquier influencia que los prive de la hermosa vivencia de la niñez. Nada ni nadie debe impedir o borrar su capacidad de asombro, aventura, calidez, su inofensividad y confianza en el mundo adulto. Tratemos de observarlos más porque ellos nos muestran quienes alguna vez fuimos. En ellos hay espacio para la sorpresa, la esperanza, la alegría. Sin proponérselo nos vinculan con lo mejor que hay dentro nuestro. No perdamos esa frescura y si ya la hemos olvidado, recuperarla es sólo cuestión de una decisión mental, de una elección. Vale la pena intentarlo!!
Este es un espacio de palabras que buscan activar el corazón y la mente de aquellos que anhelan vivir en un mundo distinto.
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