Algún día, no importa cuánto tiempo lleve lograrlo, los hombres tendremos que superar las divisiones que hoy nos vuelven absolutamente fragmentados. Y con ellos ganaremos una libertad largamente esperada que nos permitirá vivir junto a otros seres distintos física, emocional y mentalmente a nosotros, de los que seguramente aprenderemos mucho.
Hoy en el mundo reina la separatividad, producto de un falso sentido de individualidad. Creemos que marcando las diferencias adquirimos una identidad. Eso quizás puede llegar a ser válido para los adolescentes que luchan por diferenciarse del mundo adulto y aún a su desmedro hacen todo aquello que los aleja de nuestras formas y costumbres. Pero cuando los adultos permitimos que el color de piel, la nacionalidad, la elección política o un puesto jerárquico nos distancie la resultante siempre es: dolor. Sigue leyendo