Detrás de este maravilloso chiste se esconde una realidad «padecida» por todos los adultos cuando la vida nos pone frente a un niño que nos mira esperando «algo» de nosotros.
Ya sea que reclamen una directiva, una simple palabra o enseñanza, nos obligan a buscar infructuosamente en cavidades a veces vacías de nuestro ser. ¿Por qué vacías? Porque en general no dedicamos tiempo a aclarar nuestros pensamientos, a reflexionar sobre nuestras conductas o a tomar decisiones o posturas sobre diferentes aspectos de la vida.