Varias veces en esta semana tuve que referirme a la influencia que las personas ejercemos unas sobre otras, por eso pensé que podía escribir sobre ello.
Recuerdo un viejo refrán: «Dime con quién andas y te diré quién eres»
Aclaro que: cuando hablo de malas compañías no me estoy refiriendo a discriminar a los seres que nos rodean, sino a discernir, en términos de «calidad» cuáles son las palabras, pensamientos, emociones y acciones que frecuentamos.
La calidad tiene que ver con el tipo de energía que emitimos y recepcionamos. No es lo mismo la del amor que la de la envidia; la de la compasión que la del egoísmo. Cada una de estas produce una vibración que nos modifica internamente para luego salir de nosotros en dirección al entorno. Sigue leyendo